DIEZ MANERAS DE DECIR NIEVE

RAZÓN. Gracias al Intermedio, descubro un titular de La Razón a raíz de la primavera valenciana, que me deja perpleja. Aunque perplejidad y Razón suelen ir de la mano, el rotativo fundado por Ansón siempre es capaz de dar una vuelta de tuerca a ni desconcierto. “España no es Grecia” dice. Voilà. Una simple afirmación, una verdad incontestable que, no obstante, en su asertividad lleva implícito un juicio de valor: “Os habéis pasao”. El titular carga con siglos de orgullo patrio, reprimenda a los manifestantes y desprecio hacia los griegos. Tres por el precio de uno, señora.


VERDAD. Como dice el padre de la criatura (periodista en sus orígenes): la noticia no es que el perro muerda al hombre, si no que el hombre muerda al perro. De ahí que la costumbre de La Razón de juzgar en lugar de informar no sea ni mucho menos digna de reseña. Ese titular, sin embargo, me atrapa: es redondo, rotundo, poliédrico. Una frase nominal explotando en un sinfín de matices. Algo así como la verdad es la mentira es la verdad, parafraseando (mal) a Gertrud Stein.

ESLOGAN. Otra frase que me ha impactado últimamente es el eslogan del Corte Inglés en un anuncio de revista: “Ya casi es primavera”. CASI. Esa palabra lo cambia todo y traza un surco profundo en los pliegues del espacio-tiempo. Si el eslogan clásico de ECI dividía el año en tres con precisión de navaja sevillana (antes, durante y después de la primavera), ese “casi” lo enturbia todo, poniendo de manifiesto que ya ni ellos saben muy bien en qué estación estamos. Antes de que Danone reconstruyera el calendario por cortesía de Actimel, El Corte Inglés ya jugaba a segmentar nuestras vidas para crear momentos de consumo. Con tanta indefinición, acabaremos por no saber ni qué comprar.

HONOR. Mientras unos hablan el lenguaje absolutista de la política y otros la jerga mutante del marketing, Iñaki Urdangarín emula al mítico Íñigo Montoya cuando decía aquello de “Tú mataste a mi padre, prepárate a morir”. Apuntando a las –aparentemente- inexpugnables espaldas de Camps, echa la culpa a su socio, liando la maraña valenciana. “Vengo a aclarar la verdad y a defender mi honor”, afirma. Como buen príncipe prometido, habla en el idioma de los cuentos de hadas. Veremos cuánto le dura el suyo.

LATÍN. Que el lenguaje construye la realidad, no lo digo yo, si no Franz Boas, entre otros. El ejemplo clásico de los esquimales y sus diez maneras de decir “nieve” me lo desmontó Yorokubu hace poco, diciendo que no eran ellos, si no los gallegos quienes, con sus 70 formas de decir “lluvia”, describían su mundo a golpe de climatología. Mientras las verdades aplastantes se difuminan (la primavera según El Corte Inglés), otras, apócrifas, se alzan (España no es Grecia). Menos mal que dentro de esta turbulencia conceptual, el lenguaje sigue sirviéndonos para reinventar nuestra propia realidad (Urdangarín Montoya). Por muy difíciles que se pongan las cosas, siempre nos quedará el latín.