LA NOSTALGIA ES DE ÑOÑOS

Hay una señora en Valencia que opina que es más cultura los Grammys de Bustabísbal que la arquitectura tradicional. La señora agarra bolsos Vuitton en señal de elegancia y exuda un poderío de Thatcher folklórica, que le hace sentirse sexy. Frecuenta amigos con nombres desenfadados, como el Bigotes, que le hacen regalos, aunque ella lo niegue con recato de damisela. De no ser por una desafortunada investigación judicial, uno de los últimos podría haber sido el montaje en Valencia de un festival de músicos vestidos de blanco -abriendo puertas, cerrando heridas- por el cual el susodicho Bigotes habría cobrado 20 millones (en vez de los 11 que realmente costaba el jolgorio). En fin, qué mala pata. Se meten los jueces y se llevan la música a otra parte.

En cuanto al Cabanyal, la señora no entiende el empeño de los vecinos por salvar un barrio de toda la vida. No hay más que casas decrépitas, símbolo de un arquitectura única, hogar de un pueblo que inspiró  las novelas de Blasco Ibañez y algunos de los cuadros más emblemáticos de Sorolla. Por no decir que está declarado bien de interés cultural, pero eso son palabras y las palabras se las lleva el viento. ¿Dónde se ha visto que la gente agreda a policías por defender un nicho de marginales, en vez de preferir una avenida llena de edificios relucientes, hambrientos de hipotecas que devuelvan la alegría a nuestros bancos? Eso es progreso y lo demás es nostalgia. Para que luego digan que el PP no es moderno.

¡¡SALVEM EL CABANYAL!!